jueves, 14 de febrero de 2013

Elecciones Ecuador

Por Rubisel González Rostros, consignas políticas, colores alegóricos y distribución de las fuerzas políticas en las papeletas de votación colonizan postes eléctricos, árboles, vallas, autos y camisas en Guayaquil. La campaña electoral por obtener la presidencia y los escaños a la Asamblea Nacional, asciende a su fervor máximo en todo Ecuador hasta el 17 de febrero cuando más de 11 millones y medio, acudan a las urnas. Es una propaganda política a todo tren que se vale de cada espacio, circunstancia, recursos o acciones para publicitarse con el afán de ganar confiabilidad y adeptos. Ocho son las organizaciones políticas que miden fuerzas de cara a la presidencia y al legislativo, institución clave para las diversas propuestas que engrosan las agendas políticas como el tema impuestos, seguridad o la inversión extranjera. Desde 1830 más de 50 presidentes han pasado por el Palacio de Carondelet, símbolo del poder gobernante. No todos los mandatarios contaron con la suerte de cumplir su periodo completo sin que golpes de estado, destituciones y revueltas terminaran con su mandato. Prácticamente, se convirtió en la forma más fácil y rápida para derrocar al líder o su organización política a la par que muchos de los representantes de cargos públicos y privados lucraban dejando al país en total escepticismo como ocurrió durante el feriado bancario en 1999. En un ambiente similar aparece la figura de Rafael Correa, profesor universitario y Ministro de Economía y Finanzas en 2005. Un año después se lanza a la candidatura presidencial representando a Alianza Pais (Patria Altiva i Soberana) con un discurso opuesto al Tratado de Libre Comercio con E.E.U.U. y la base militar en Manta mientras abogaba por una nueva constitución. Correa, probablemente, es el gobernante en Ecuador que mayor tiempo consecutivo ha regido de manera trasparente e inclusiva con amplio apoyo popular. En diciembre, la encuestadora Perfiles de Opinión publicó que el 30 por ciento de los ecuatorianos consideran la gestión de Correa muy buena y el 54,9 la señalan como buena. Y es que, el hombre que gusta de montar bicicleta y debatir sobre economía en su blog (Economía en Bicicleta), impulsó la Revolución Ciudadana y las transformaciones en todo ámbito con su peculiar carisma. Entre los logros más relevantes de su gobierno está la efectividad y transparencia del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) para la filiación de todo trabajador al seguro médico y jubilación, activo incluso para migrantes en los Estados Unidos, Italia y España. No menos importante es la realización de diversas estructuras viales, hospitales, la ley de discapacidades y su misión Manuela Espejo, centros educativos públicos, el aumento del sueldo mínimo (318 dólares americanos, 2013), la creación de un bono de desarrollo humano, nuevas industrias como hidroeléctricas y el reconocimiento, cada vez mayor, del ser humano por encima del capital. Poseedor de dos maestrías y un doctorado en economía, Correa se encuentra entre los presidentes más exitosos y populares de América Latina. Su genuina ética y dignidad en cada uno de los acontecimientos de los dos últimos años hicieron que la opinión mundial pusiera los ojos sobre Ecuador y su líder. Cortez y asequible, gusta predicar con el ejemplo, reconoce los errores y nunca camufla sus palabras, certeras como cerbatana indígena, de cuya cultura se siente parte. Casado y con tres hijos, conoce el sacrificio que implica para su familia la responsabilidad de ser un líder progresista del lado de los pobres, quizás por esa falta entrañable de su propia estirpe anunciara hace poco, que se retiraría de la vida pública al final del próximo mandato si es reelecto. Sin embargo, como expresa su propio spot electoral “Bicicleta”: Una revolución verdadera se hace para siempre y vive para siempre, él solo está de paso. Esa es la esperanza que la derecha abriga pues en las urnas vencerlo es casi imposible. Guillermo Lasso, por ejemplo, quien marcha segundo en las encuestas, lo acusa de intentar perpetuarse en el poder y ser prepotente. El exbanquero pretende ofrecer un futuro próspero para el país a pesar que aboga por recetas neoliberales y de apertura a la inversión extranjera, además de ser un informante de Estados Unidos como reveló Wikileaks. Es una propuesta agazapada que la mayoría de los ecuatorianos mira con recelo y en la que no creen, sobre todo, por su posible conexión con el robo de millones al pueblo durante el feriado bancario. Otro participante a las elecciones, por quinta vez, es Alvaro Novoa, un millonario empresario bananero que atrae público con regalías y que debe al fisco por concepto de evasión de impuestos y multas, más de 100 millones de dólares. Él mismo se define como alguien que lo posee todo, menos el poder político. Su compañera de fórmula es su esposa. Lucio Gutiérrez, expresidente entre 2003-2005, también forma parte de los presidenciables. Estuvo vinculado a dos golpes de Estado, uno dado (2000) y otro recibido (2005). En su gobierno estuvo acusado de nepotismo y colocar en cargos públicos a exmilitares. Propone la prioridad hacia la clase más necesitada pero ya en el poder, demostró padecer de mala memoria. Nelson Zabala, pastor de la Iglesia Monte de Sion y profesor universitario se presenta por vez primera en el tablero político. Portador de un discurso tradicionalista familiar es acérrimo detractor del homosexualismo y pesa en su contra sus declaraciones en una entrevista, donde aceptaba y justificaba los bombardeos Israelís contra Palestinos. El sexto candidato presidencial se nombra Alberto Acosta, economista y político que en sus inicios apoyaba la Revolución Ciudadana y Alianza Pais. Sin embargo, actualmente critica a Correa por su “autoritarismo” y se opone a políticas como la propuesta del Yasuní (Parque Nacional, de rica biodiversidad en cuyo subsuelo se asienta una importante reserva petrolífera). Se dice representante de los movimientos de izquierda y socialistas como Pachakutik. Los aspirantes más jóvenes a la presidencia son Mauricio Rodas y Norman Wray. El primero apuesta por ganarse los votos del sector juvenil con propuestas como el empleo a recién graduados, la erradicación de la pobreza y el desempleo mientras el segundo insiste que su gobierno se centraría en el desarrollo social y del ser humano en armonía con la naturaleza potenciando las energías alternativas y la producción de alimentos. No solo encuestas otorgan amplio margen al mandatario, sino que las muestras de apoyo multitudinario en cada zona que visita, ya vislumbran una victoria en la primera vuelta, entre el 20 y el 30 por ciento de diferencia. Y es que como dice la canción oficial de la campaña de Correa: “nosotros somos el pueblo, lo tienes que saber, ya tenemos presidente, tenemos a Rafael”.

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